Cuando pensamos en yoga, muchas veces imaginamos posturas físicas, estiramientos elegantes o personas muy flexibles respirando con calma. Pero lo cierto es que el yoga va mucho más allá del cuerpo: también es una herramienta poderosa para sanar lo que sentimos.

Cada vez que te colocas sobre el mat, tu cuerpo no solo se mueve: también procesa emociones que quizás no sabías que estaban ahí. La ansiedad, el cansancio, la tristeza, la ira, la falta de enfoque… todo eso se guarda en el cuerpo. Y a través del movimiento, la respiración y la atención plena, el yoga puede ayudarte a liberar lo que pesa, recargar lo que falta y reconectar con lo que importa.

No importa si eres principiante o llevas años practicando: cada día llegamos al tapete con una energía distinta. Y por eso, elegir el tipo de yoga que más se alinea con cómo te sientes hoy puede marcar la diferencia.

Tipos de yoga según lo que necesitas hoy sanar

Hay estilos de yoga que se adaptan a cómo te sientes y a lo que tu cuerpo y emociones te están pidiendo. Aquí te compartimos una guía rápida para que puedas elegir tu práctica según lo que hoy necesitas sanar:

a) Si necesitas calma y reconectar: Yin Yoga o Yoga Restaurativo

Perfectos para momentos de ansiedad, insomnio o tristeza. Son prácticas suaves, con posturas pasivas y mantenidas por varios minutos que te invitan a parar, respirar y volver a ti.

b) Si necesitas soltar tensiones o frustración: Vinyasa Yoga o Power Yoga

Dinámicos, fluidos y energéticos. Te ayudan a liberar el estrés físico y mental acumulado, especialmente si sientes que necesitas “mover” la energía estancada o soltar emociones intensas.

c) Si estás en duelo, bloqueo emocional o baja autoestima: Kundalini Yoga

Una práctica espiritual y transformadora que combina respiración, mantras y meditación. Ideal para remover bloqueos profundos, reconectar con tu fuerza interior y despertar la conciencia.

d) Si necesitas estructura y estabilidad: Hatha Yoga o Iyengar Yoga

Con enfoque en la alineación y la precisión, son prácticas que fortalecen tu cuerpo y tu mente. Te ayudan a anclarte al presente cuando todo parece moverse demasiado rápido.

e) Si quieres explorar tu mundo interior: Yoga Nidra o yoga meditativo

Más que movimiento, aquí encuentras silencio, introspección y descanso profundo. Son perfectos para reconectar contigo desde la quietud y observar lo que está pasando por dentro.

¿No sabes cómo te sientes? Escucha a tu cuerpo 

En el ritmo del día a día, desconectarnos de nuestras emociones es más fácil de lo que creemos. La buena noticia es que tu cuerpo siempre está hablando. Solo necesitas un momento de pausa para escucharlo. Antes de elegir qué tipo de yoga practicar hoy, tómate unos minutos para hacerte estas preguntas:

Preguntas para conectar contigo:

• ¿Siento el cuerpo tenso, rígido o agotado?

• ¿Tengo demasiada energía y no sé qué hacer con ella?

• ¿Me duele el pecho, la garganta o el estómago sin una razón física clara?

• ¿Me siento dispersa, irritable o emocionalmente “llena”?

• ¿Tengo ganas de moverme… o de quedarme en quietud total?

Responder estas preguntas con honestidad puede ayudarte a detectar si necesitas una práctica suave y reparadora o una que te active y libere tensión acumulada. No se trata de elegir el yoga “perfecto”, sino el que más resuena contigo hoy. Porque el verdadero bienestar empieza cuando te escuchas sin juzgarte.

Yoga como ritual diario para cuidar de ti 

El yoga puede ser mucho más que una práctica ocasional: puede convertirse en un ritual diario para cuidarte, escucharte y reconectar contigo.

No siempre necesitas practicar el mismo estilo. Puedes elegir el tipo de yoga según el momento del día (algo suave por la mañana, más activo al atardecer), tu estado emocional, tu ciclo hormonal o incluso la estación del año. Por ejemplo:

• En días fríos o lluviosos, el Hatha Yoga te ayuda a entrar en calor.

• Durante la fase premenstrual, un Yin Yoga suave puede darte contención y descanso.

• Si inicias el día con ansiedad o cansancio mental, un poco de Vinyasa suave puede ayudarte a despejar y enfocarte.

Crear tu rutina personalizada es un acto de autocuidado. Te enseña a escucharte, adaptarte y regalarte lo que necesitas, sin exigencias externas.

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